Pronto llegará tu año de remisión
Pronto llegará tu año de remisión
Escrito por Naomie Cordero, concejal/ coach profesional
Nota de la editora: Para esta reflexión, comenzamos reconociendo que tal vez no todos nuestros lectores son cristianos o no necesariamente creen en un Dios. Sin embargo, le invitamos a ver este escrito de Naomie como un tema que nos aplica a todos aunque adaptemos a nuestras creencias y experiencias de vida. Que disfruten.
Hay temporadas que se sienten eternas. De pausa, de dolor, de incertidumbre y de constante aflicción. Momentos en los que el corazón se llena de preguntas y en los que uno llega a pensar que esa petición tan anhelada quizá nunca llegará. Porque así se siente: como un reloj de arena pesado, lento, y sin señales de cambio.
En esos días tan duros, hay una palabra que se vuelve nuestra más fiel compañera:
“¿Hasta cuándo?”
¿Cuándo llegará el día en que me toque a mí?
Esa pregunta me la he hecho muchas veces. Porque aunque he recibido muchas cosas hermosas de parte de Dios, siempre quedan peticiones en el corazón.
Peticiones profundas, íntimas, de esas que uno solo lleva en oración a la presencia del Señor. Esos anhelos permanentes que, aunque disfrutes otras bendiciones, siguen ahí… esperando su momento. Y la verdad es que nada supera ese instante en que por fin llega aquello que has orado en silencio.
Para mí, hablar de esto no es fácil. Porque toca un punto muy personal. Nunca había escrito sobre esto antes, pero he comprendido que Dios necesita de nuestra vulnerabilidad para obrar como Él quiere.
Este tema de la remisión llamó mi atención y tocó profundamente mi corazón.
Sobre todo, una frase resuena con fuerza desde que la escuché:
“Pronto llegará tu año de remisión.”
Ese término, que en la Biblia se usaba para hablar del año en que se perdonaban deudas, se liberaban cargas y se traía descanso al pueblo (Deuteronomio 15), hoy lo siento como una promesa renovada. Comprendí que la remisión de Dios no quedó en el pasado. Dios sigue siendo el mismo: el que perdona, restaura, protege, bendice y da mucho más de lo que esperábamos.
Y eso me devolvió la esperanza.
Y quiero que también te la devuelva a ti.
Porque si tú también estás esperando, si te has hecho mil veces la pregunta “¿Cuándo me tocará a mí?”, si has sentido que das todo y aún no ves nada… esto es para ti.
Dios tiene un tiempo perfecto.
Un momento exacto, divinamente calculado, para recompensar el esfuerzo, el trabajo, la entrega, la espera.
Y cuando ese tiempo llegue, sabrás que Él nunca te olvidó.
> “Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.”
(Salmo 126:5)
Así que no pierdas la fe. No abandones la promesa. No sueltes lo que Dios ya te habló.
Después de tanto, sí… pronto llegará tu año de remisión.
Y cuando llegue, mirarás al cielo con júbilo, y gratitud por esa promesa cumplida.